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Espectáculos.

 

 

Pequeño universo, profunda mirada

30.09.2013 | CRÍTICA II: PERRO, UN CUENTO RURAL | MUY BUENO 

Claudio Tolcachir se ganó un merecido reconocimiento como actor y director. Sus obras tienen un sello único y su sala, Timbre 4, creció hasta convertirse en un espacio que supera los límites del circuito alternativo. El trabajo de este hombre de teatro también se ejerce en la escuela que dirige y en la cual es docente. Un semillero crece y se desarrolla ahí, y Hernán Grinstein se puede tomar como una muestra.
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Para Tiempo Argentino   Claudio Tolcachir se ganó un merecido reconocimiento como actor y director. Sus obras tienen un sello único y su sala, Timbre 4, creció hasta convertirse en un espacio que supera los límites del circuito alternativo. El trabajo de este hombre de teatro también se ejerce en la escuela que dirige y en la cual es docente. Un semillero crece y se desarrolla ahí, y Hernán Grinstein se puede tomar como una muestra.  Grinstein forma parte del elenco de Tercer cuerpo (actualmente en cartel) y hace poco estrenó en el Espacio Polonia, en Palermo, Perro, un cuento rural, obra que escribió, dirigió y en la cual actúa y que es el resultado de un montaje dirigido por el mismo Tolcachir en el año 2008.  El uso del espacio escénico es uno de los principales logros de esta puesta: cada rincón está utilizado con ingenio sin importar el reducido tamaño de la sala. En la entrada, fardos de paja y una imagen del gauchito Gil, serán algunos de los elementos que preparan el clima, para que una vez sentados los espectadores tengan una completa y real sensación de campo. De esta manera se ingresa a este pequeño universo, envueltos en una atmósfera rural en donde se espiará las vidas de los cinco personajes que luchan y se enfrentan a la vida por diferentes razones. El mundo del boxeo, de las peleas clandestinas e ilegales es el tema principal que recrea el autor y director y la excusa para profundizar otros. El personaje de Marcos el "Perro" Villegas, a cargo del mismo Grinstein, logra una profundidad conmovedora y una gran ternura. Tony, una especie de entrenador de box que busca la manera de hacer algo de dinero en base a apuestas y peleas, a cargo de José María Marcos, ejerce el efecto contrario. La dinámica entre ambos actores fluye de manera natural. Hay que tener en cuenta que los dos trabajan desde hace varios años en Tercer cuerpo. Maday Méndez, como Leyla, la única mujer en este mundo masculino, es el reflejo de la discriminación, pero también de la esperanza de seguir esperando algo mejor. La dupla que forman el Tuerto (Julio Gómez Alzaga) y Ricardo Verde (Francisco Franco), que desde el mostrador de un bar arreglan peleas clandestinas y apuestas muestra la impunidad en lugares bastante cercanos. El texto de la obra está lleno de imágenes que permiten ubicarse en ese mundo tan pequeño, casi insignificante, en el que viven estas personas. Recuerdos evocados que se hacen presente y que toman mayor fuerza desde el trabajo actoral es otra de sus riquezas.  Perro... es una esas pequeñas obras que regala el circuito teatral porteño, con un importante trabajo actoral y con detalles muy cuidados. También tiene una mirada profunda de estos personajes casi invisibles e insignificantes, que encuentran su voz a través de la sensibilidad de este autor.   «   La ficha   Perro, un cuento rural   Dirección: Hernán Grinstein Elenco: Hernán Grinstein, José María Marcos, Maday Méndez. Sala: Espacio Polonia, Fitz Roy 1477. MUY BUENO   / • • • • /  

 

 

TEATRO - Perro (un cuento rural)

Octubre 18, 2013 by THE POISON MAG

 

La obra escrita y dirigida por Hernán Grinstein, basada en un montaje dirigido por Claudio Tolcachir, presenta sus funciones los Jueves a las 21hs en Espacio Polonia. Una obra cruda, cargada de tensión, con una calidad artística y escénica destacable.

Gustavo Rosatto// “Perro (un cuento rural)” desarrolla una historia que sucede en la profundidad del campo, donde un hombre entrena ferozmente a su hijo para que a través de la lucha pueda sustentar a toda la familia. Es tal el castigo sufrido por el joven para mejorar su condición, que es constantemente comparado con un perro que bajo las órdenes de su amo acata cada decisión por miedo al castigo.  La muerte parece acechar constantemente a lo largo de la obra como el único destino posible y cada vez más cercano. En ese contexto los rasgos de humanidad se muestran en cuentagotas para revelarnos el dolor que inunda el alma de los protagonistas.

 

Se trata de una pieza llena de decisiones acertadas. Desde las excelentes actuaciones que conmueven por su entrega, hasta el desarrollo de la puesta, pasando por vestuarios, iluminación, música y escenografía, todo demuestra un grado de trabajo, dedicación y calidad notables. Esta sinergia en el uso de los recursos termina generando una experiencia en el receptor que lo mantiene atento e involucrado a cada instante, sufriendo la historia y a la vez disfrutando del hecho artístico.

La obra desarrolla una estética muy interesante, basada en los elementos y paisajes camperos típicos, pero agregando un aura de desolación y de tortuosa oscuridad que acompaña a los distintos pasajes de la trama, dejando escapar, apenas entre las grietas de esa realidad, algunas muestras de cariño que hacen ilusionar a los personajes con la existencia de un futuro.

 

Hernán Grinstein logra delinear una serie de personajes que poseen rasgos y esencias que se resaltan a partir de rasgos de cotidianeidad y a la vez de destacada humanidad que parecen brotar directamente desde ese mundo creado en la obra. Además se resalta su tarea en la dirección, construyendo una puesta que recorre múltiples climas, donde el escenario es reconstruido y re-articulado en cada escena, logrando un gran aprovechamiento del espacio y un notable dinamismo.

La perfomance de los actores en escena contribuye directamente al éxito de la propuesta, no sólo por la dedicación y la entrega que brindan, sino también por la excelente interpretación y composición que realizan, llevando a la vida a estos extraordinarios personajes. José María Marcos, Maday Méndez, Francisco Franco, Tulio Gómez Alzaga y el mismo Hernán Grinstein dejan todo en las tablas concretando una tarea impresionante que te eleva por un momento del asiento y te transporta a ese mundo que la obra propone.

 

La corporización de este ambiente rural es llevada a cabo por Fabricio Mercado en la escenografía que logra a través de elementos cargados de simbolismo dotar de entidad  a la historia. Hay un gran trabajo también de Lucía Feijoó y Christian Gadea en la iluminación que a partir de distintos recursos colaboran en el desarrollo de las distintas ambientaciones que esta pieza propone.

 

Había una vez un perro… Un perro fiel, entrenado con violencia y ferocidad, un perro que sufre la furia de su dueño y se consuela con apenas algunas caricias. Un perro que vive, o más bien sobrevive, en la inmensidad del campo y sus gritos son acallados con el silencio. Un perro que no es un perro, sino un hombre que al ser tratado como una bestia comenzó a creer que su condición animal era más fuerte que cualquier rasgo de humanidad. Un perro que encierra en su interior una crítica a ese mundo rural cargado de prejuicios e imposiciones, un perro que cuestiona los límites de la lealtad y la dignidad y que encerrado en ese mundo de sufrimiento nos cuenta un poco sobre nuestra existencia y sobre la esencia misma de la humanidad. Un pequeño cuento que se convierte en una gran historia.

 

Espacio Polonia – Fitz Roy 1477 – CABA-

Entrada: $ 60 .- Jueves 21 hs.

Tel: 3965-9549

https://www.facebook.com/pages/PERRO-un-cuento-rural/583719328346613?fref=ts

Crítica a Perro (un cuento rural) por Guille Barrios, de Chapeau Argentina.

Hernan Grinstein es joven y es un pequeño genio: actor, dramaturgo, diseñador de espacio y director. PERRO, un cuento rural nació de un trabajo en conjunto con, nada mas ni nada menos, Claudio Tolcachir en Teatro Timbre 4 allá por el 2008 y el propio Grinstein comenzó a pulir desde el arte, sapiencia y corazón esta joyita teatral que el off nos trae.


En el medio de una pulpería, del campo y una casa que puede resultar cielo e infierno, estos personajes de alimentan entre sí, se necesitan, patológicamente se tienen afecto y se destrozan con la misma facilidad.
Una puesta austera y brillante, con sacrificio y pulmón se puede ver cada Jueves a las 21hs en el Espacio Polonia Teatro, un lugar con un halo muy especial.


El guión es inteligente, es crudo y audaz. Se lo expresa desde la coloquialidad mundana y se entiende cada letra dicha expresamente por este grupo de actores que tienen talento de sobra. Hablamos del protagonista (si, nuevamente Grinstein), José María MarcosMaday MendezFrancisco Daniel Franco y Tulio Gómez Alzaga expertos en desdoblar este texto y hacerlo carne.


Mucha empatía, muy buena estrategia del proscenio y luces justas y necesarias. 
Recomendamos altamente el arte de PERRO, un cuento rural ya que pocas veces el alma se desnuda como lo hace aquí.
¡¡¡Chapeau a todos!!!

 

 

 

Entrevista al elenco de Perro (un cuento rural) con Guille Barrios para Chapeau Argentina.

 

 

¿Sabés que hizo el Toni? 

Se fue hasta Arrecife y te consiguió una pelea, perrito!

 

Un santuario del gauchito gil y algunos fardos de paja te dan la bienvenida a esta historia, a este particular mundo, por momentos oscuro, por momentos no tanto. Una historia de nuestros campos, desconocidos campos para quienes nacimos en esta ciudad enorme. Campos fríos y crueles, injustos, violentos. No es allí donde el espectador se verá identificado, sino en la sensibilidad, en el deseo pisoteado, en el silencio de la soledad, pero sobre todo en la necesidad de creer que las cosas pueden cambiar. Llena de imágenes, la obra logra conmover a un público que aplaude de pie este fantástico trabajo por parte de un gran equipo.

 

Perro, (un cuento rural) es una historia conmovedora, una mezcla perfecta entre realismo y surrealismo. Tiene como eje dramático las peleas ilegales y clandestinas, a sus víctimas y a sus benefactores. Pero también es una historia que se nos cuela en los lugares más sensibles por tratarse de vínculos primarios. 
Hernan Grinstein, es el dramaturgo y director de este acontecimiento teatral que recomiendo no dejar pasar. La obra surge de un montaje en 2008 dirigido por Claudio Tolcachir en su escuela Timbre 4. 


Greinstein además le presta su cuerpo y esa gran capacidad de composición a este perrito que aprendió a recibir los golpes a la vida. Toni (José María Marcos) se fue a Arrecife y consiguió una pelea para su hijo. Este puntapié pondrá en marcha el conflicto. Compañeros en “Tercer cuerpo” -obra de Claudio Tolcachir que se mantiene firme hasta hoy en la cartelera teatral porteña luego de cinco temporadas, varios premios y reconocimientos- estos grandes actores logran contar un vínculo sin fisuras entre un padre autoritario y déspota, y un hijo sin demasiadas alternativas. Leila (Maday Méndez) es la única figura femenina, intentará apaciguar esta convivencia mientras pueda. Un gran trabajo por parte de esta joven actriz -a quien también pueden ver en “Granos de uva en el paladar” los viernes en El Extranjero Teatro-.

 

Otro componente fundamental de esta historia son Ricardo Verde (Francisco Franco) y el Tuerto (Tulio Gómez Alzaga), dos seres despreciables que garantizan la existencia de estas apuestas ilegales y este mundo de peleas. Las actuaciones son todas muy buenas.

Algo fantástico que tiene la obra es el diseño espacial, cada rincón del escenario entra en juego a contar algo puntual y concreto. Nada sobra, nada falta. Y también quiero destacar el diseño de luces y lo bien utilizado que está en función de la trama.

Una vez más recomiendo “Perro, un cuento rural” que se sumó a la gran cartelera del Teatro Polonia, teatro que de a poco comienza a dar pasos cada vez más firmes.

SAT - Sabor a Teatro. Periodismo Cultural

 

Adiestrar para matar

 

“Perro un cuento rural”, comienza con el famoso: había una vez…

Esas palabras que tanto nos recuerdan a la infancia, a los cuentos de hadas y princesas, de castillos y batallas; se dejan a un lado en este apasionante relato de Hernán Grinstein (personificada y dirigida por él mismo).

Él interpreta a un perro, el tan conocido amigo del hombre, pero con unas modificaciones realmente angustiantes y sorprendentes.

Este animal, domesticado y entrenado por su amo Tony (José María Marcos), nos muestra la triste realidad vivida en una humilde casa de campo, en un pueblo perdido del interior. El perro sufre, ama, entrena, se cansa, agoniza en vida y retoma su rutina para no volver a ser aislado de su “familia” adoptiva.

La historia nos acerca un doble relato, en el cual se puede tomar el cuento lineal y entender que se trata de un animal maltratado y adiestrado para competir contra otros animales salvajes; o la idea metafórica sobre un joven que con tal de ser aceptado por otros seres, agacha la cabeza y obedece de cualquier modo.

Pero la supervivencia de nuestro personaje principal no se da porque sí, sino gracias a la dulzura de Leyla (Maday Méndez), quien le hace mimos y trata de brindarle toda la contención posible para que éste no decaiga ni muera.

El motivo fundamental de la narración (para los cinco actores) es la próxima pelea que tendrá lugar en unos pocos días y que, Tony, considerará la última, la salvadora. Aquella que les proporcionará el dinero suficiente para huir de ese pueblo.

Si bien la tortura es uno de los aspectos más notables durante la trágica y dramática historia, cada personaje la realza de una manera diferente: física y/o psicológicamente.

Verde (Francisco Franco) y Tuerto (Tulio Gómez Alzaga), dueños de un bar y encargados de la parte organizativa de los combates; la ejercen de ambos modos, aprovechándose de la pobreza económica de Tony y de los pocos recursos intelectuales del perro. A su vez, Leyla, será –en muchas oportunidades- quien se encargue de pagar con sexo, las deudas de su jefe.

“Perro un cuento rural”, no es nada más ni nada menos que la realidad de cualquier familia o clan. La tristeza de ser sobornado y no poder revertir dicha situación por miedo o falta de temperamento.

 

“Perro un cuento rural”, considero que se titula de ese modo para no herir susceptibilidades sociales, pero podría ser perfectamente el reflejo de nuestra sociedad. Una sociedad egoísta que solo piensa en sus propios intereses sin considerar que no siempre el dinero compra la felicidad ni nos hace libres.

Y, justamente, la obra nos lleva por un recorrido donde vemos los dos extremos: la esclavitud y la libertad. Perro estará oscilando entre ambos, guiado por sus instintos, por su dulzura y por los propios golpes de la vida.

El guión es muy interesante y nos mantiene concentrados durante toda la función. Un aspecto a resaltar es el de las sensaciones olfativas desde el primer momento en que ingresamos a la sala del Teatro Polonia (Fitz Roy 1477 – C.A.B.A.). Esos olores a campo, a faena, a espacio abierto, poco habitado, nos permiten que recreemos en nuestras mentes todo lo que va sucediendo en escena. Como si filmáramos una película en vivo y en directo, acompañados del director de la misma.

Otro factor a destacar, más allá de las actuaciones que son impecables y convincentes, es el modo de narrar. Desde un comienzo, notamos cómo las charlas entre Verde y Tuerto, dan pie al discurso y escena siguiente. Pero lo original es la inventiva que tienen de lograr que la solución de cada palabra cruzada sea el tema a tratar sucesivamente en la obra.

Ellos son los narradores omniscientes, pero luego forman parte de toda la historia, a medida que cada fragmento se une con los demás, conformando un todo integrado y perfecto.

Mientras Perro y su amiga, juegan, inventan historias y se intentan divertir, el dolor se hace presente. A la vez que intentan retomar sus rituales infantiles para crear un mundo más alegre al que les toca soportar.

El resultado de la pelea a punto de disputarse no es tema menor pero tampoco conforma la enseñanza del cuento. Un cuento que según con qué óptica se lo mire puede ser positivo o negativo. Alegre o triste.

Este Perro, es fiel a sus propósitos, a la necesidad de tener amor de un padre sin importar quién sea este. Sus mordidas no son por furia sino por defensa propia. Su aprendizaje hace tiempo que es la subsistencia, la imposibilidad de convertirse en un hombre de verdad y ser amado por alguien como él: tan noble.

¿Con qué ojos se puede mirar a la muerte cuando está tan cerca? ¿Cómo defenderse de lo inevitable cuando no se cuenta con recursos para hacerle frente?

“Antes o después la muerte espera siempre”, afirma Verde.

 

Escrita, protagonizada y dirigida por Hernán Grinstein, Perro, un cuento rural se presenta los jueves a las 21 hs en Espacio Polonia.Una historia sobre vínculos complejos entre seres perdidos en la inmensidad del campo y del olvido. 

 

No oyes ladrar los perros

 

“No me ayudaste ni siquiera con esta esperanza.” Juan Rulfo

 

El título y la cita nos llevan a otro cuento (rural). Y nos dicen que no hay una sola manera de ser hijo ni de ser padre (no siquiera de ser hombre, o animal, ni de ser, a secas), que hay ámbitos hostiles, soledades y miserias por doquier, invisibilizadas pero ciertas, y que se sobrevive al desencanto como se puede: con furia, con crueldad, con  inocencia, con delicada ternura.

 

Suspender en juicio parece ser la premisa que recorre la puesta de Perro, un cuento rural. Ni desde la dirección ni desde la composición de los personajes se busca juzgar el accionar (a veces inhumano, siempre siniestro, a veces tierno, siempre conmovedor) de los otros. Tampoco el espectador podrá decidirse entre buenos y malos, precisamente porque no los hay del todo y porque se verá envuelto en el vértigo de cinco almas en pugna, entre la resistencia y el abandono. Ahogará la risa en el llanto y toda lágrima se volverá absurda en el devenir de una insólita y sorpresiva carcajada.

 

Seres perdidos en el campo (es un espacio definido: entre Arrecifes y Capitán Sarmiento. Pero puede ser cualquier otro, real e incluso imaginado), en los avatares del azar (que es igual a esos destinos que  no hay dios que quiera trazar). Esperan una pelea sin ley, una posibilidad de cambio, o por lo menos de estancia serena. Y la muerte siempre ahí, como una certeza irrefutable. Mientras tanto, celebran, se miman, se protegen, hacen negocios turbios, se perturban, se confunden, se muerden, se lastiman.

 

La obra se define de entrada, se dice cuento (“Había una vez un perro…”) y como tal crea su propio verosímil. Aparecen ciertas figuras retóricas que permiten anclar la historia en un territorio posible. Ser “perro” no es un apodo de combate sino una forma de existencia: La animalización (impuesta y aceptada) le permite al personaje  principal transcurrir y recibir cada tanto una palmada en la cabeza o algún premio por su obediencia y fidelidad en el entrenamiento. Leyla, la joven que lo cuida y amortigua la crueldad del padre, también se verá obligada a resignar su condición humana para pasar a ser una cosa que todos pueden usar. Sin embargo,  lo vitalmente humano aflora en estos dos personajes, un deseo diferente, una tímida esperanza que se vislumbra en sus rezos y en los cuentos (esos otros cuentos) que recuerdan o inventan.

 

En la construcción y en el aprovechamiento del espacio prima algo de lo cinematográfico. Escenas que se desarrollan en forma simultánea, planos cortos y primeros planos (ayudados por la iluminación) ayudan a generar un clima de tensión exacerbada.

 

Imposible no destacar el tan sensible trabajo que realiza Hernán Grinstein (a quien se puede ver también en Tercer cuerpo) en sus tres funciones: Como dramaturgo, nos regala una historia tan poética como dura que, aun siendo ficción, nos remite dolorosamente a realidades cercanas; como director, logra dar claridad y matices a un mundo oscuro y feroz a partir del frágil delineamiento de los personajes; y como actor, conmueve en su interpretación de un joven sin rumbo que ladra y muerde por un poco de cariño.

 

Perro, un cuento rural trata sobre vínculos complejos, sobre el maltrato pero también sobre el amor. Dice el dicho popular que perro que ladra no muerde pero cuando el hambre arrasa y la desilusión lo cubre todo “no oyes ladrar los perros”.

 

PERRO (un cuento rural)

ALTAMENTE RECOMENDABLE

“Mientras dure la vida, que no pare el cuento”

Carmen Martín Gaite

 

“Perro (un cuento rural)”

Había una vez, un perro….

 

Un cuento, como género literario  describe una pequeña leyenda que refleja experiencias vividas realmente o simplemente fantasías, pero lo interesante, lo que nos cautiva y nos lleva a buscarlo es cuando nos deja un aprendizaje reflexivo. Como ocurre con la obra “Perro (un cuento rural), que además de entretenernos con sus efectos y emocionarnos con su protagonista, nos muestra otra forma de vida que, a lo mejor ya no existe, o sí, pero que es tan fuerte e intensa que nos quedamos absortos al verla.

 

Esta acción, se desarrolla en el campo, en tres lugares claves. El primero es una vieja Pulpería cuyo dueño es El Tuerto, (Tulio Gómez Álzaga), siempre acompañado por su amigo inseparable, Ricardo (Francisco Franco); el segundo, es en el granero, donde viven un joven que aspira a ser campeón, llamado Perro (Hernán Grinstein), un hombre, que trabaja para eso, Tony (José María Marcos), y, una muchacha con una mirada diferente, Leyla (Maday Méndez); y, el tercero es en un reñidero, sitio final de la historia.

El tema principal, es la vida de Perro, alienado por su propia desesperación, cuyo deseo de ser amado es tanto que acepta cualquier tipo de tortura, a través de las escenas  muestra su penosa cotidianeidad y describe como ejercen la dominación las personas que lo rodean. Así mismo, podemos apreciar la cultura de un mundo diferente, rodeado por necesidades primordiales y signadas por un mandamiento fijado en el tiempo. El punto clave es la organización de una pelea de box, siendo todo el entorno social y el contexto, lo más importante de la historia. El Desenlace, es doloroso y tierno, a la vez, y, como todo cuento, termina listo para volver a empezar.

 

Desde el momento, que empezamos a caminar hacia la sala del Espacio Polonia, ya nos encontramos con la puesta en escena, ya que ante nuestros ojos aparece la imagen de una figura religiosa de gran devoción popular, que nos pone en clima, para luego, adentrarnos  en una símil escenografía campestre. Comienza la narración, e inmediatamente, descubrimos a expertos actores en escena,

Francisco Franco, en el papel de Ricardo, recrea a ese tipo de personas que se involucra en los malos hábitos, pero como es tan creyente, utiliza a la religión para limpiar sus errores; Tulio Gómez Álzaga, como El Tuerto, refleja a un ser ventajero y aprovechador de situaciones extremas, sin medir las consecuencias, siempre en su propio beneficio; Hernán Grinstein, en la piel de Perro, sentimos como sufre, se deleita, como se mueve en un círculo plagado de normalidad, para algunos; José María Marcos, personifica hábilmente a un masculino siniestro,Tony, cegado por la ambición y el poder; Maday Méndez, como Leyla, se compenetra en la vida de  una persona sufrida, con muchas ansias de cambiar. Cabe aclarar, que ésta descripción es sólo a los efectos de marcar bien los contrastes entre ellos, no para hacer ningún juicio de valor, ya que, todos son seres humanos, como nosotros.

 

Muy difícil de poner en palabras lo que vivimos esa noche. Todos nuestros sentidos estuvieron alertas, puestos en pos de una increíble leyenda, que superando las expectativas, nos hizo estremecer, conmovernos, sobresaltarnos, asombrarnos y más, al ver el desenvolvimiento de los artistas, la trama, y el devenir de lo esperado y lo inesperado, en una vorágine increíble.

Altamente recomendado, porque Hernán Grinstein, dramaturgo, director y actor, acompañado con la sinergia del equipo técnico-artístico, resalta su talento y el de todos, brindando un completo espectáculo, lleno de inteligencia y creatividad.

Una obra de teatro IMPERDIBLE.

Redactora: Estela Gómez

                                                                  

Ficha técnico artística

 

Dramaturgia: Hernan Grinstein

Actúan: Francisco Franco, Tulio Gómez Álzaga, Hernan Grinstein, José María Marcos, Maday Méndez

Iluminación: Lucia Feijoó, Christian Gadea

Diseño de escenografía: Hernan Grinstein

Realización de escenografia: Fabricio Mercado

Video: Lucas García

Fotografía: Gustavo Pascaner

Diseño gráfico: Martín Armentano

Asesoramiento escenográfico: Macarena García

Asesoramiento de vestuario: Macarena García

Prensa: Marisol Cambre

Producción ejecutiva: Natalia Slovediansky

Colaboración artística: Fernando Rodil

Dirección: Hernan Grinstein

 

Web: http://www.perrouncuentorural.com.ar

 

Duración: 70 minutos

 

ESPACIO POLONIA

Fitz Roy 1477 

Capital Federal - Buenos Aires - Argentina

Teléfonos: 3965-9549

Web: http://espaciopolonia.blogspot.com

Entrada: $ 60,00 / $ 45,00 - Jueves - 21:00 hs -

Hasta el 28/11/2013

La Revista 7D de TIEMPO ARGENTINO recomienda Perro (un cuento rural) en la sección de teatro.

"Desde la fila tres con Osvaldo Sabino", entrevista a Hernán Grinstein y Francisco Daniel Franco

 

 

 















 

Nota en Radio Bonus, programa de teatro MUNDO T con Hernán Grinstein, José María Marcos

y Maday Méndez.

 

 

 















 

Nota en Radio OCTAVO ARTE. Entrevista a Hernán Grinstein.

 

 

 

 















 

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